Vigilancia activa: Detección de desvíos y prevención de actos inseguros en el trabajo

 El reto de mantener un entorno laboral seguro, especialmente en sectores donde cada segundo cuenta, radica en la capacidad de identificar y corregir desviaciones y comportamientos que ponen en riesgo la integridad de los equipos. La implementación de un protocolo claro para detectar estas desviaciones implica no solo inspecciones regulares y observaciones directas por parte de supervisores, sino también la implicación activa del personal, que debe sentirse parte del proceso al reportar cualquier situación insegura. Esta cultura de alerta temprana permite anticipar incidentes y actuar antes de que pequeños descuidos se conviertan en problemas mayores.

Uno de los elementos fundamentales es la sistematización de la detección. Utilizar checklists específicos y analizar los indicadores de accidentabilidad permite identificar patrones recurrentes que, en principio, podrían pasar desapercibidos. La clasificación de los desvíos en tres niveles de gravedad—leve, moderado y grave—facilita la asignación de respuestas proporcionales a la situación. Por ejemplo, acciones preventivas tan simples como charlas informativas y el registro en sistemas internos pueden ser suficientes ante desviaciones leves, mientras que actos moderados requieren notificaciones por escrito y capacitaciones específicas, y los casos graves demandan medidas inmediatas como la suspensión de actividades y un seguimiento exhaustivo por parte de Recursos Humanos.

El registro y seguimiento sistemático son claves para la mejora continua en seguridad. Cada desviación detectada se documenta en formularios que incluyen datos de fecha, lugar, descripción detallada y las acciones correctivas implementadas. Esta base de datos funciona como un termómetro que permite evaluar la efectividad de las medidas, orientando la planificación de auditorías periódicas y fortaleciendo la respuesta ante eventuales incidentes. La transparencia en la comunicación de estas medidas, a través de charlas semanales y sesiones de retroalimentación, afianza una política de tolerancia cero respecto a comportamientos peligrosos, consolidando un ambiente en el que cada colaborador se siente responsable y comprometido con la seguridad colectiva.

La supervisión constante por parte de los encargados de higiene y seguridad, junto con auditorías trimestrales, garantiza que los protocolos se apliquen en todas las áreas, desde oficinas hasta obras en terreno. Este enfoque integrado, que combina una detección minuciosa con una respuesta inmediata y formativa, es fundamental para transformar cada desvío en una oportunidad de mejora. La constante capacitación y comunicación, alineadas con principios de responsabilidad compartida, hacen de esta práctica una inversión que se traduce en ambientes laborales más protegidos, eficientes y resilientes.

Martin Lionel Gerstner Javid


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