La soldadura por arco eléctrico es una de las técnicas más difundidas en la industria metalmecánica y, como tal, exige un compromiso inquebrantable con la prevención y el cuidado en cada intervención. La complejidad del proceso –que combina altas temperaturas, intensas emisiones de radiación y corrientes eléctricas potencialmente peligrosas– impone que cada operador y profesional de la seguridad esté alerta ante los riesgos presentes. La variedad de humos, que son el resultado del calentamiento extremo de metales, recubrimientos y aportes, constituye un escenario propicio para problemas respiratorios y otras afecciones si no se toman las medidas adecuadas.
El factor radiación es otra consideración crítica. El arco eléctrico emite radiación ultravioleta, infrarroja y luz visible. Cada una de estas puede lesionarnos: la radiación UV puede generar una quemadura en la córnea, mientras que la luz visible y el IR afectan nuestra visión y, en el caso del infrarrojo, pueden dañar la retina o incluso el cristalino. Por ello, es esencial utilizar oculares en buen estado y cristales inactínicos con el grado de protección ideal, evitando acercamientos excesivos al punto de soldadura. Cuidar nuestros ojos y nuestra piel es parte de una práctica diaria de trabajo seguro que no deja lugar a la improvisación.
La protección eléctrica y la prevención contra incendios son dos pilares que deben estar garantizados en cualquier puesto de soldadura. Equipos debidamente conectados al sistema de puesta a tierra –con circuitos que cuenten con protección diferencial, de preferencia de alta sensibilidad (30 mA)– minimizan los riesgos de electrocución. Asimismo, es fundamental moderar las intensidades de corriente a lo necesario para la operación. Un cable o un conector deteriorado pueden ser la puerta de entrada a accidentes graves, por lo que la detección inmediata de fallas en la aislación es una responsabilidad que todo trabajador debe llevar a cabo con rigor.
El ambiente en que se realiza la soldadura también es determinante. En espacios con productos inflamables o depósitos de materiales combustible, se debe extremar la vigilancia, puesto que una chispa descontrolada puede desencadenar incendios de gran magnitud. Antes de iniciar trabajos en estas condiciones, es importante inspeccionar el área, gestionar los permisos de trabajo en caliente y delimitar el puesto con pantallas o cortinas opacas. La correcta ventilación –ya sea mediante sistemas fijos de extracción o equipos portátiles en puestos móviles– es vital para evitar la concentración de humos en zonas críticas, y la posición del soldador respecto al punto de emisión es algo a considerar siempre para disminuir la inhalación de partículas dañinas.
El uso de equipos de protección personal es el puente indispensable entre la prevención y la salud operativa. Una máscara de soldadura bien ajustada no solo protege nuestros ojos, sino que actúa como barrera frente a los humos y partículas que se liberan en el ambiente. Completando la protección, se recomienda el uso de delantales, guantes, zapatos de seguridad y, en situaciones con niveles elevados de contaminantes, respiradores especializados. Cada elemento del EPP cumple una función esencial y, al integrarse en la rutina diaria, se convierten en aliados imprescindibles en la lucha contra los riesgos laborales.
Si bien la tecnología y los equipos juegan un rol fundamental, la cultura de prevención se edifica día a día a partir de la concientización y el compromiso personal de cada trabajador y profesional de seguridad. La soldadura, en sus múltiples formas, requiere no solo destreza técnica, sino una mentalidad alerta y proactiva ante cualquier eventualidad. Adoptar y promover hábitos seguros es una inversión en salud y en la continuidad de una industria que se esfuerza por crecer de manera responsable.
La prevención está en cada detalle: en la correcta elección y mantenimiento del equipo, en la preparación del ambiente y en la formación continua. Cada soldador y técnico que apuesta por la seguridad contribuye a transformar nuestro entorno laboral, donde la integridad y la excelencia son más que un objetivo: son una forma de vida.
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